Desde hace un mes se reporta desabastecimiento de Duovir-N en establecimientos del MINSA. Usuarios afirman que presentan efectos adversos ante nueva terapia impuesta para solucionar problemática.

Escribe: Renato Arana / Conexión Vida

Lima, Perú.- Los últimos treinta días de Rita están plagados de dolores de cabeza, náuseas e inapetencia. La mujer, que vive en Iquitos, sabe que la causa son las pastillas que toma a diario desde apenas hace un mes. Se trata de efavirenz, un medicamento antirretroviral que Rita debe ahora tomar como parte de su tratamiento para el VIH.

Debe consumir efavirenz, pese a los efectos secundarios que conlleva; pues desde hace un mes, el medicamento antirretroviral duovir-N (tabletas de nevirapina, lamivudina y zidovudina) que tomaba puntualmente desde hace 13 años, dejó de recibirlo en Centro de Referencia de ITS, VIH y hepatitis B, Cerits San Juan, en la ciudad de Iquitos.

Simplemente, cuando Rita se aproximó a farmacia de aquel establecimiento del MINSA, le indicaron que ya no había duovir-N en sus anaqueles e inmediatamente –como solución para salir del paso– le entregaron efavirenz para iniciar su nuevo tratamiento. Un cambio tan brusco que produjo efectos negativos en su organismo en pocos días. Y, para observar cómo evolucionan estos malestares corporales, le entregan una dotación solo para una semana; situación que para la denunciante le complica la rutina, pues la norma técnica indica que el abasto debe ser para cubrir 3 meses de consumo.

“Me parece indignante que me quiten mi tratamiento habitual. Es un baldazo de agua, pero no tengo otra opción”, lamenta Rita.

Receta que no fue atendida por falta de medicamento.

Quien se resiste a la otra opción responde al nombre de Hernán y consume duovir-N desde, también, hace trece años para mantener a raya al VIH presente en su cuerpo. El 25 de setiembre último, en la ventanilla de la farmacia del Hospital Apoyo de Iquitos –perteneciente al MINSA– le avisaron que no se contaba con su medicamento y le prometieron entregárselo una semana después.

Ha pasado más de un mes y hasta ahora las tabletas de duovir-N no caen en sus manos. Las encargadas de farmacia, encogiéndose de hombros, le responden que el desabastecimiento no es problema de ellos, sino que la culpa proviene desde Lima, en referencia al Cenares, entidad encargada de las compras.

A diferencia de Rita, Hernán se niega a modificar su tratamiento tal como recomendó la doctora que lo atiende en el Hospital Apoyo. Recuerda el caso de un amigo muy cercano que también vivía con VIH al que se le tuvo que cambiar de esquema por desabastecimiento, su salud se le complicó y murió. “¿Yo con esa experiencia amarga me voy a atrever a cambiar de esquema después de tantos años?”, se pregunta Hernán.

Tras hacer la denuncia esta semana en un medio radial de Iquitos, asegura, recibió la llamada de autoridades de salud que le han prometido ayuda. Pero esto se da, lamenta Hernán, solo cuando se hace presión mediática. Este lunes 28 de octubre se vence el plazo de espera. De lo contrario, automáticamente se le someterá al nuevo tratamiento o, en todo caso, se le derivaría a otro establecimiento de salud. “Si me derivan a Caballococha, por ejemplo, ¡más fácil me cuesta comprarme desde ya un nicho!”, exclama el hombre de Iquitos tratando de tomar un poco de humor de una situación delicada y, así, aligerar su carga de estrés.

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