Entre sus ventajas se incluyen una elevada barrera genética al desarrollo de resistencia viral y su perfil de seguridad.

Denver – USA.- Se estima que la mitad de las personas con el VIH tienen más de 50 años. El envejecimiento en el contexto de la infección por el VIH conlleva la aparición precoz de comorbilidades asociadas a la edad y de polifarmacia para paliar o prevenir la progresión de estas enfermedades. Tanto el envejecimiento como las comorbilidades y sus tratamientos tienen un impacto en el tratamiento antirretroviral. Si el objetivo es mejorar el bienestar y la calidad de vida resulta crucial seleccionar combinaciones de fármacos antirretrovirales que se adapten a las características individuales de los usuarios y que no interaccionen con el resto de medicación que toma. Según un estudio presentado en el marco de la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI 2024), celebrada recientemente en Denver (EE UU), el uso de bictegravir/emtricitabina/tenofovir alafenamida (Biktarvy®) alcanzar altos niveles de efectividad y seguridad, gracias a su elevada barrera genética a la emergencia de resistencia viral y un buen perfil de seguridad en personas con el VIH mayores de 60 años.

El cambio de un régimen antirretroviral basado en tenofovir disoproxilo fumarato (TDF) a un nuevo régimen basado en tenofovir alafenamida se asocia a una mayor densidad mineral ósea (DMO) y a una probabilidad menor de tener que ajustar el tratamiento en personas con una función renal debilitada, estableciéndose como una opción terapéutica adecuada para personas mayores con problemas óseos o renales.

La doctora Loice Ombajo señaló que el 60% de sus pacientes mayores con el VIH tienen osteoporosis y el 40% insuficiencia renal. Estudios previos han indicado que la exposición al antirretroviral TDF se ha relacionado con un mayor riesgo de osteoporosis (véase La Noticia del Día 05/07/2023). Entre las causas de la mayor probabilidad de sufrir osteoporosis que presentan las personas con el VIH se hallarían los propios efectos crónicos de la infección, el uso de determinados antirretrovirales y factores de riesgo que. aunque no están vinculados directamente a la infección por el VIH, suelen ser más prevalentes en estas personas que en la población general.

Por otra parte, la función renal disminuye con la edad en todas las personas, ya que es uno de los procesos más frecuentemente vinculados al envejecimiento. También se puede ver afectada por diversos factores de riesgo tales como la infección por el virus de la hepatitis C (VHC), diabetes, hipertensión o el uso de drogas intravenosas, además de la infección por el VIH. El VIH y su inflamación asociada producen, por sí mismos, daño renal (especialmente en personas de origen étnico africano), pero el papel del tratamiento antirretroviral a este nivel ha sido ampliamente estudiado y descrito. Algunos tratamientos antirretrovirales se acumulan en los riñones o inhiben la secreción de creatinina, lo que acaba dañando los túbulos renales y afectando a la función renal. En este sentido, el uso de TDF favorece la pérdida de función renal.

Entre febrero y mayo de 2022, una cohorte de 520 personas se dividió en dos grupos de tratamiento, cada uno de 260 personas: unp de los grupos cambió su pauta a BIC/FTC/TAF y el otro, que fue el grupo control, continuó tomando su régimen antirretroviral estándar. De ellos, 296 también fueron monitoreados para medir su densidad ósea (143 en el grupo BIC/FTC/TAF y 153 en el grupo control). Todos los participantes eran negros, con una edad media de 64 años, y 267 (51%) eran mujeres, lo que garantizaba una diversidad comparable en ambos grupos desde el principio.

Los principales resultados medidos fueron el porcentaje de participantes con un nivel de ARN del VIH-1 de 50 copias/mL o superior en la semana 48 y el cambio promedio en la densidad mineral ósea (DMO) de la columna lumbar desde el inicio del estudio hasta la semana 48.

Los resultados muestran que a la semana 48, solo 5 (1,9%) participantes del grupo BIC/FTC/TAF y 7 (2,7%) del grupo control tenían carga viral detectable, lo que indica que los dos regímenes tuvieron una efectividad similar.

No se registró en ningún participante fracaso virológico definido por protocolo como un nivel de 500 copias/ml o superior, que representa el umbral necesario a partir del cual las pruebas de resistencia a los medicamentos pueden arrojar resultados.

El cambio porcentual promedio en la DMO de la columna lumbar mostró un aumento significativo del 2,17% para el grupo BIC/FTC/TAF en comparación con un aumento del 0,61% para el grupo control lo que inclinó la balanza a favor de Bixktarvy®. Los eventos adversos de grado 3 o 4 fueron raros, sin que se registraran efectos adversos graves asociados al tratamiento recibido Además, un número menor de personas del grupo BIC/FTC/TAF interrumpieron el tratamiento debido a eventos adversos en comparación con el grupo control.

El equipo investigador ha subrayado la importancia de implementar tratamientos personalizados para adultos mayores con el VIH, lo que indica una evolución hacia la adaptación a los cambiantes desafíos de salud de este grupo de población en los futuros protocolos de tratamiento del VIH.

Fuente: gTt-VIH

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