Escribe: Rodrigo Siancas / Conexión Vida
Lima, Perú.- Un estudio sobre la violencia de género realizado por el Centro de Atención Psicosocial (CAPS) reveló que las mujeres venezolanas residentes en Perú son víctimas de violencia física, psicológica, verbal, acoso sexual y xenofobia.
El estudio de la CAPS forma parte del proyecto “Integrando Horizontes”, involucró a ciudadanas venezolanas afincadas en los distritos de Tumbes y Zarumilla.
La iniciativa liderada por la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF) tiene como objetivo crear conciencia sobre la violencia de género y los derechos de las mujeres peruanas y venezolanas.
“A las mujeres migrantes se las sexualiza por su forma de vestir o de comportarse; es decir que se actúa considerando estereotipos que no tienen base. La xenofobia no tiene nacionalidad”
Marina Navarro
Con respecto a la violencia en el trabajo, la investigación ha detectado que existe explotación laboral contra mujeres venezolanas, ya que realizan jornadas largas por salarios menores a los que les pagan a las mujeres peruanas, generando fracturas en la relación entre ambos grupos por el trato diferenciado.
“Muchas veces también son blanco de ataques y malos tratos de parte de las mujeres peruanas que las acusan de ocupar los espacios laborales que les pertenecen. Por otro lado, el acoso sexual del que son víctimas por parte de empleadores o compañeros de trabajo, generan que no lo denuncien y tengan que lidiar con el temor de perder sus puestos laborales porque no cuentan con un contrato formal que las ampare”, explicó Jacquely Fontela, presidenta ejecutiva del CAPS.
Por su parte Marina Navarro, presidenta ejecutiva de Amnistía Internacional en Perú, señaló que las mujeres venezolanas son víctimas de discriminación que tienen que ver más con la xenofobia, y eso es lo que marca la diferencia de lo que sufren las mujeres peruanas.
La Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), a través de su directora de proyectos, Giovanna Brazinni, informó que están trabajando una iniciativa que involucra a la empresa privada, al Estado y a la comunidad, para generar la autogestión de la propia población (peruanos y venezolanos), que les permita acceder a una mejor calidad de vida, romper estereotipos y generar empatía entre ambas poblaciones.