Discursos y delitos de odio contra personas LGBTI en la Amazonía peruana

Perú.- Era inicios de 2021 y en Perú se disputaba el último tramo de la campaña presidencial entre la candidata de derecha, Keiko Fujimori, y el representante de izquierda, Pedro Castillo. Una contienda que se caracterizó por la utilización política del miedo, con mensajes que asociaban un eventual triunfo de la izquierda a un inminente regreso de la violencia terrorista que azotó al país entre 1980 y el 2000. Pero también fueron elecciones donde se expandió el ‘terruqueo’, un término que describe la práctica de acusar de terrorista a personas que manifiestan ideas progresistas o cuestionan el sistema de gobierno, con el fin de desacreditarlas.

A 500 kilómetros de la capital, en el distrito de Yarinacocha, en la selva de Ucayali, Sandra Tuanama Tenazoa atendía su peluquería con la única condición de no sintonizar los noticieros. Estaba cansada del debate electoral, pero los rumores y desinformación se colaban en su negocio por los propios clientes. Como la vez que un hombre, a quien le cortaba el cabello, le dijo: “Ojalá gane Castillo para que ustedes desaparezcan. Dicen que una de sus promesas de campaña es matar a todos los cabros”. Sandra, activista y líder de la Red de Mujeres Trans de Yarinacocha (Remutic), solo atinó a responder: “Eso no se desea a nadie ¿Cómo te sentirías que a tu hijo le hagan eso?”.

Sandra era adolescente cuando Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) acentuaron sus acciones terroristas en la selva peruana, a finales de los 80, periodo en el que se inició una etapa de persecución y muerte contra personas trans y homosexuales. En su entorno se hablaba de las compañeras asesinadas y en su casa le advertían las horas en que debía permanecer en casa para esconderse de las patrullas subversivas.

La campaña presidencial de 2021 trajo de regreso estos recuerdos. Ganara o perdiera cualquier candidato, Sandra suponía que las mujeres trans estaban en la mira. Por eso, cuando la prensa informó que un grupo narcoterrorista asesinó a 16 personas en la vecina región de Junín, días previos a la segunda vuelta electoral, la líder trans creyó que irían tras ellas. Les escribió por WhatsApp a sus amigas y les informó que las reuniones de la red quedaban suspendidas por seguridad.

“Los rumores decían que ellos [los terroristas] estaban volviendo y ya sabían dónde nos juntábamos. Que iban a aparecer y nos iban a apalear (…) A las chicas les dije: cuídense como puedan. De repente cuando acabe este gobierno nos volveremos a encontrar, o de repente no, y algunas moriremos. Quién sabe qué pasará (…)”- Sandra Tuanama, Líder de la Red de Mujeres Trans de Yarinacocha.

Sandra entró a su peluquería, tomó las tijeras y, frente al espejo, se cortó el cabello hasta la nuca. Sus amigas siguieron su ejemplo y se deshicieron de sus largas cabelleras, lo que para ellas era un símbolo de su identidad de género. Cambiaron los tops cortos por polos holgados, las mallas por jeans gruesos. Pausaron las salidas nocturnas y borraron sus fotos antiguas de las redes sociales. Empezaron a esconderse sin maquillaje.

“Me corté el cabello porque quería, no por miedo ni inseguridad… pero, ¿quién no tiene miedo a morir? Somos seres humanos y sentimos miedo. Tenemos papá y mamá, y si me matan ellos también van a sufrir. Como vivimos en una sociedad tan discriminadora hacia la población [trans], hay que tener miedo” – Sandra Tuanama, Líder de la Red de Mujeres Trans de Yarinacocha.

El miedo se sostiene en el pasado reciente, pero también en el olvido. Un número no calculado de personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) fueron perseguidas, torturadas y ejecutadas en la selva peruana durante el conflicto armado interno. Sin embargo, más de dos décadas después, el Estado no ha realizado una recopilación histórica de estos hechos para identificar la dimensión del odio.

En este reportaje se recogen las voces inéditas de mujeres trans y homosexuales que sobrevivieron a la violencia terrorista en la Amazonía. Personas de Loreto, Ucayali y San Martín que presenciaron o sufrieron violaciones sistemáticas a sus derechos humanos, y que no tuvieron la oportunidad de ser escuchadas o resarcidas por el Estado para procesar lo vivido.

Esta investigación también expone, por primera vez, los detalles de la única investigación fiscal que llegó a los tribunales para demostrar que los crímenes terroristas contra los colectivos de la diversidad sexual no fueron hechos aislados. Un expediente donde se acusa a los exlíderes subversivos y que aún no obtiene sentencia. Se cuenta, además, el actual contexto de creciente discriminación y violencia contra las personas LGBTI, donde los nuevos perpetradores del odio ya no necesitan pasamontañas o fusiles para sus propósitos.

Fuente: Proyecto de Elizabeth Salazar y Marco Garro, producido con apoyo del Pulitzer Center

 

 

 

 

 

 

 

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