En 2017, anciana ingresó a Clínica La Luz para una operación de vesícula y terminó con daño cerebral que la dejó inmóvil de por vida, desde entonces el empresario Fermín Silva intentó evadir su responsabilidad hasta llevar el caso por la vía judicial. Ahora los hijos de la mujer perjudicada, y hoy fallecida, temen que la cercanía entre Silva y el presidente Castillo, ambos chotanos, les impida hallar justicia.

Escribe: Renato Arana / Conexión Vida 

Lima, Perú.- El amigo del presidente Castillo y dueño de la Clínica La Luz, el chotano Fermín Silva Cayatopa, evadió por casi cinco años el resarcimiento a una mujer que entró a su establecimiento para una operación de bajo riesgo y que, al final, quedó cuadripléjica, falleciendo el año pasado en el hospital nacional Dos de Mayo del Minsa.

Este drama se inició el 26 de agosto de 2017, cuando Filiberta Aliano Palpa, de 64 años, se sometió a una operación en la Clínica La Luz (avenida Arequipa 1148, Santa Beatriz) para la extracción de la vesícula tras presentar dolor abdominal. Sus hijos decidieron llevarla a ese lugar bajo la idea de que allí recibiría una mejor atención, a diferencia de un establecimiento público. Error.

Dos horas después, el personal de la clínica les informó que la intervención quirúrgica se complicó y su madre necesitaba con urgencia un ventilador mecánico por lo que debían trasladarla al hospital Casimiro Ulloa, donde sí contaban con ese equipo. Pese a las acciones de emergencia, doña Filiberta terminó con cuadriplejía y encefalopatía hipóxica isquémica por no haber recibido oxígeno.

De aquí en adelante se presentaron una serie de promesas vacías y triquiñuelas por parte del dueño de la clínica para evadir su responsabilidad. Juan Ollero Aliano, hijo de la mujer perjudicada, recuerda que una vez internada en el Casimiro Ulloa, los trabajadores de la Clínica La Luz, al constatar la complejidad médica del caso, coordinaron con sospechosa premura la afiliación de Filiberta al Seguro Integral de Salud (SIS). Esta proactividad, que parecería a primera vista un acto de solidaridad, sería en realidad una manera de librarse de los costosos gastos de hospitalización. La afiliación, increíblemente, se hizo al tercer día de la operación como consta en el registro del SIS.

Sin embargo, esto no distraería a los hermanos Ollero en su búsqueda de justicia, puesto que el SIS no les cubría la totalidad de los gastos.

Un par de semanas después de la, entonces, presunta negligencia, Fermín Silva y Juan Ollero se reunieron en el local de la Clínica La Luz de la avenida Arequipa. Sí, el mismo edificio que, de acuerdo con fuentes del despacho de la fiscal anticorrupción Norah Cordova, era una especie de ‘Sarratea’ II donde, en estos últimos meses, se reunieron el ex secretario de Palacio Bruno Pacheco y la lobista Karelim López y donde también Silva (confirmando su cercanía al presidente Castillo) entrevistó con insólita potestad a Hugo Chávez Arévalo antes de que este último asumiera la gerencia de Petroperú.El propósito de esta reunión con Silva era convencer a los hermanos Ollero de no denunciar lo que ellos ya consideraban una negligencia médica. “El mismo Silva, rodeado de sus abogados, dijo ‘si quieres luego me denuncias, pero ahorita hay que atender a tu mamá y te vamos a apoyar’”, recuerda Juan Ollero en diálogo con Conexión Vida. La promesa incluía la entrega de medicamentos, la cobertura de terapias y viáticos apenas doña Filiberta sea dada de alta en el Casimiro Ulloa, hospital en el que permaneció un año.

No obstante, a medida que fueron pasando los meses, recuerda Ollero, el personal de la Clínica La Luz intentó que firmase un documento en el que se le pedía que libere de responsabilidad a la clínica (incluidos los médicos) y que renuncie a todo intento de tomar acciones judiciales y, por lo tanto, de indemnizaciones.

 

Entrevista Juan Ollero en el programa Salud y Política.

Juan Ollero no accedió.

A partir de esta negativa, los hermanos comenzaron a experimentar una serie de trabas en el apoyo que prometió Silva a su madre, como exigencias de presentar cada día pedidos por escrito de las recetas que requería doña Filiberta, lo cual resultaba un peso más para una familia que se encontraba enfocada al cuidado de una persona cuadripléjica en su hogar. Las comunicaciones con los trabajadores de la clínica también fueron disminuyendo a medida que los reclamos de los hermanos Ollero aumentaban.

Para finales de 2017, Juan Ollero denunció a la clínica ante la Superintendencia Nacional de Salud (Susalud) que, para marzo de 2018, concluyó que no ‘se contaba con elementos de juicio suficientes para presumir la comisión de una infracción sobre alguna presunta inadecuada atención médica’. Meses después, sendos informes del Instituto de Medicina Legal y Defensa Pública del Ministerio de Justicia determinaron que las complicaciones se debieron a una deficiente evaluación quirúrgica y monitoreo de la anestesia aplicada durante la intervención quirúrgica.

Juan recurrió al Centro de Conciliación y Arbitraje (Ceconar) de Susalud con la esperanza de hallar una rápida solución. La clínica proponía enviar a su madre a una ‘casa de reposo’ con los gastos cubiertos. La oferta indignó a los hijos de doña Filiberta y rechazaron la oferta… sin darse cuenta fueron direccionados a llevar el caso por la vía judicial.

El punto de quiebre con el personal de la clínica llegó en marzo de 2018, cuando el gerente general de la Clínica La Luz Manuel Novoa Gómez denunció a los hermanos Ollero bajo el delito de acoso y hostigamiento, debido a que Bertha Ollero acudió en múltiples ocasiones a la clínica a exigir el reembolso del pago para compras de medicamentos que la clínica, en febrero, se comprometió a asumir ‘por un asunto humanitario’ ya que en ese entonces no admitían haber cometido negligencia alguna.

La primera sentencia en el Poder judicial se dio en octubre de 2021 y determinaba que se trató de una lesión leve por lo que se impuso solo una reparación de 50 mil soles, sin sanción a los médicos acusados de negligencia. Los hermanos Ollero apelaron. Los representantes de la clínica también pues se consideraban inocentes. Aunque para Juan seguir con la lucha comenzaría a carecer de sentido a esas alturas: dos meses atrás, su madre ya había muerto por una neumonía asociada a la traqueotomía (que se le practicó cuando quedó cuadripléjica en 2017) y la falta de terapias.

Doña Filiberta falleció a los 68 años en un hospital público, el Dos de Mayo, por ser afiliada al SIS, y no en las modernas instalaciones de la Clínica La Luz.

En total, la familia gastó 210 mil soles de su bolsillo para cubrir las atenciones a la matriarca que, de ser una comerciante y vecina activa en su comunidad, terminó postrada en cama totalmente dependiente y sin poder volver a hablar dada su condición. Para costear los gastos, los hijos, cuentan, tuvieron que echar mano a sus ahorros, pedir préstamos y en el extremo, Juan no vio más alternativa que retirar la totalidad de su fondo de jubilación anticipado al inicio de la pandemia. La clínica, a lo mucho, calcula, aportó con 8 mil soles hasta el segundo mes desde la negligencia.

“No me arrepiento de haberme quedado en la ruina. Pero sí me duele que mi mamá partió sin ver justicia, estoy seguro de que, si hubiese tenido apoyo de Silva y su clínica, hoy estaría viva y mejorando. Nos dieron la espalda, aprovechándose de nuestra condición humilde. Si Fermín Silva fuera una buena persona hubiera apoyado, pero prefirió velar por sus intereses contradiciendo su juramento como médico”, expresa Juan con amargura y recuerda ni siquiera recibieron un pésame telefónico de Fermín Silva ni un arreglo florar antes del entierro en el cementerio de Villa María del Triunfo. Simplemente, para la clínica, ellos ya eran una página volteada.

Ahora solo les queda esperar, en segunda instancia, el fallo del recurso de apelación el cual prescribe en julio de este año y, entonces, la negligencia quedaría impune. Aun no hay pronunciamiento alguno hasta la fecha y ello les tiene con suma preocupación a los sobrevivientes de doña Filiberta. Razón no les faltaría.

“Ahora que Silva está cercano al Ejecutivo buscará apoyo. Tengo temor que mueva sus influencias, gracias su cercanía a Pedro Castillo, y quede impune. Pido a las autoridades que aceleren el proceso penal”, advierte.

Conexión Vida intentó comunicarse en tres oportunidades con Fermín Silva a través de su teléfono celular personal y mediante una solicitud en su cuenta de whatsapp para recoger sus descargos. Sin embargo, hasta el cierre de esta nota periodística, no hubo respuesta alguna.

Lo más probable es que leyó nuestro mensaje y siguió de largo. Contrario a los que pregona en mítines y plazas el presidente Pedro Castillo Terrones que pregona su desprecio por el mercantilismo de la salud pública, su amigo no sólo genera ingresos millonarios en consultas y atenciones médicas, sino se comporta como villano frente a un daño que ocasionó su empresa.

 

 

 

 

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