Generalmente es la madre quien sobreprotege al hijo varón sin saber que este «exceso de preocupación» incide negativamente sobre su autoestima y madurez.
Lima, Perú.- La sobreprotección no es un exceso de cariño o de amor sino la angustia, la soledad y los vacíos de los padres depositados en los hijos, advirtió el psicoterapeuta Rubén Tay Colin.
El experto en salud emocional explicó que generalmente es la madre quien sobreprotege al hijo varón sin saber que este «exceso de preocupación» incide negativamente sobre su autoestima y madurez.
Tay Colin dijo que la madre debe «transmitir la fuerza de la vida» a los hijos,pero si no hay ese soporte, ella puede disfrazarlo en una falsa abnegación que, desde afuera, parece ejemplar pero, vista desde la psicoterapia, revela que hay cosas de su historia por resolver.
«Soy exigente con las tareas de mis hijos», «quiero lo mejor para ti», «yo soy la adulta» «ninguna mujer te va a entender como yo”, “hazlo por mí” son algunas de las frases que las madres sobreprotectoras suelen mencionar en casa.
«No es que sea exigente, necesita que el hijo la complazca para ella sentirse llena. Eso le da sentido a su existencia, hay mamás que viven a través del hijo porque, si él es perfecto, eso la hace perfecta a ella»
Para Tay Colin, la madre debe ser suficientemente buena, «ni muy poquito ni tanto» para dar el afecto necesario a los suyos. «Pero cuando hay situaciones de su historia personal que no se han resuelto, o cuando hay un padre ausente o un padre presente pero sin interés por sus hijos, allí puede surgir la madre sobreprotectora».
Hay dos tipos de madres sobreprotectoras: la que lo hace directa y evidentemente y la que lo hace sutilmente. «Las dos tienen rasgos infantiles porque tienen necesidad de cubrir sus vacíos, lo que ellas no pudieron ser y esperan mucho de sus hijos».
En el primer caso, son muy controladoras, críticas con su hijos y a la larga hacen que éstos tengan baja autoestima. «Los hijos llegan a pensar que todo lo que hacen es gracias a su madre y no a ellos mismos».
En el segundo caso, la sobreprotectora sutil suele ser manipuladora, los llenan de besos constantemente y, con sus actos, envían el mensaje de que «nadie como yo para cuidarte». «Ellas están muy pegadas a sus hijos, al punto de que cuando éstos ya cumplieron 21 años no tienen enamorada», advirtió el especialista.
Consecuencias
La sobreprotección, directa o sutil, no es sana y por eso impacta en la autoestima del niño o niña, quien inconscientemente piensa «no puedo hacer nada sin mi madre».
Esto facilita que caiga en dependencias como las drogas, el alcohol, dependencia de pareja o dependencia hacia su propia madre («no puedo hacer nada sin ella»).
De igual manera incide en la madurez que se refleja en la falta de control de impulsos, cerrarle las puertas a una relación sentimental, dejar de estudiar o trabajar, volverse adicto a los videojuegos, quejarse siempre de la realidad y pensar solo en sus deseos.
Tay Colin indicó que todos, padres y madres, deben mirarse en un espejo y revisar su propia historia personal para no repetir los errores ni distorsionar la buena relación que debería haber con los hijos.