vihGinebra.- ONUSIDA, el programa de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, acaba de publicar su informe mundial de este año, en el que se reflejan los enormes logros conseguidos para los 36,9 millones de personas que portan este virus en todo el mundo, pero también alerta sobre los agujeros en la estrategia contra esta enfermedad que, si no se tienen en cuenta, pueden hacer retroceder la epidemia “a niveles de hace 10 años”.

En 2014, se produjeron dos millones de nuevas infecciones por VIH, lo que supondría un descenso del 35% respecto al año 2000. De esta forma, sigue creciendo el número de personas que viven con el virus, en parte debido a que más gente está siendo tratada, y por tanto, viviendo más tiempo.

La comunidad internacional se marcó con la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) una meta muy ambiciosa: acabar con la epidemia de VIH para el año 2030. Y aunque los progresos se están produciendo, su impacto es muy lento, y por eso ONUSIDA ha decidido adelantarse 10 años a los ODS para poder ver resultados antes. De esta forma, ha lanzado la iniciativa Fast-Track, una especie de vía rápida para combatir el sida y el VIH, que, si tiene éxito, debería ser una realidad en el año 2020.

La estrategia 90-90-90

Entre otras cosas, uno de sus objetivos es implementar la llamada estrategia 90-90-90, que busca que dentro de cinco años, el 90% de todas las personas infectadas con el VIH conozca su situación, que el 90% de los portadores del virus reciba tratamiento, y que el 90% de quienes lo reciben logre negativizar su carga viral.

La consecución del objetivo 15 en 15, que suponía alcanzar los 15 millones de personas tratadas en 2015, ofrece un ejemplo muy poderoso de que los avances son posibles, se remarca en la publicación.Aunque esta cifra se ha superado, y en junio de este año eran 15,8 millones de personas en el mundo las que recibían tratamiento antirretroviral, el informe alerta de que todavía hay 22 millones de personas a las que no les está llegando la terapia. De esa impresionante cifra, casi dos millones [1,8] son niños.De hecho, los más pequeños continúan siendo unos de los grandes marginados de esta enfermedad, ya que menos de la mitad (entre el 30 y el 34%) de los niños con VIH fueron tratados en 2014. No obstante, la otra cara de la moneda nos dice que se han producido avances en este sentido, ya que en 2010 esta cifra era sólo del 14%. En cuanto a las embarazadas, el 73% sigue el tratamiento que le permitiría prevenir transmitir la infección a sus hijos. 12 grupos clave.

Los datos del informe reflejan que el desconocimiento [17,1 millones de personas no saben que tienen el virus] y el estigma continúan siendo una importantísima barrera en el control de la epidemia, y establecen 12 grupos clave para atajar esta enfermedad: las mujeres jóvenes y adolescentes, los hombres que tienen sexo con otros hombres, las personas transgénero, los drogodependientes, las personas encarceladas y los trabajadores y trabajadoras del sexo. Globalmente, sólo tres de cada 10 chicas de entre 15 y 24 años saben exactamente en qué consiste el VIH, lo que aumenta su riesgo de llevar a cabo conductas que les expongan al virus.

Frente a este riesgo, ONUSIDA recuerda que la educación de las niñas y mujeres está relacionada con una menor tasa de infección y embarazos no deseados, pero muchas abandonan el colegio demasiado pronto, “lo que pone en riesgo su salud y expectativas de futuro”, sostienen.

En cuanto a los hombres que tienen sexo con otros hombres, la cifra es alarmante: sólo uno de cada 10 recibe servicios frente al VIH, y las leyes que en algunos países criminalizan la homosexualidad no ayudan a darle la vuelta a esta cifra. No obstante, hay ejemplos de interesantes innovaciones en países como China o Guatemala, donde páginas webs o aplicaciones de citas como Grindr se están aprovechando para insertar mensajes que promocionan el diagnóstico y el tratamiento del VIH.

La discrimanización legal también aumenta la vulnerabilidad de las personas transgénero, cuya identidad se niega en muchos países en todo el mundo, lo que les imposibilita tener un documento con el que acceder a los servicios sanitarios, educativos o de empleo. Por su parte, los datos muestran que las trabajadoras del sexo tienen un riesgo 13,5 veces mayor de padecer VIH que el resto de mujeres. Para ellas, los métodos barrera, como los condones, son claves para prevenir la infección. Sin embargo, muchas veces, los clientes se niegan a utilizarlos, y es ahí donde hay que incidir: “Las trabajadoras del sexo deberían ser empoderadas para insistir en su uso, y los altos niveles de intimidación, de violencia y discriminación por parte de los clientes y la policía deben abordarse”, sostienen en el informe.

Fuente: Diario Mundo España

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