Aunque las causas de dicha acumulación puedan ser diferentes a las observadas en la población general, la eficacia del ejercicio para reducirla es independiente del estado serológico al VIH

El aumento de actividad física puede ser de ayuda para que las personas con el VIH logren beneficios en su salud y logren reducir su perímetro de cintura, según un estudio publicado en AIDS ha concluid.

El aumento de peso es una preocupación creciente para las personas con el VIH y los profesionales sanitarios que las atienden. La prevalencia de sobrepeso y obesidad ha aumentado tanto en la población general como en la VIH positiva, pero la posible vinculación de algunos antirretrovirales con el aumento de peso (véase La Noticia del Día 14/01/2022) ha generado un mayor interés en el control de peso de las personas con el VIH. Cabe destacar que la vinculación de los antirretrovirales y la composición corporal viene de lejos, ya que algunos fármacos de primera generación se asociaban a la lipodistrofia, una condición que suponía la acumulación de grasa visceral y/o la pérdida de grasa en cara y extremidades.

La recomendación para la población general para la pérdida de peso y control de la grasa corporal es llevar una dieta saludable, dormir bien y realizar ejercicio físico. Dadas las particularidades de las personas con el VIH -que pueden tener aumentos de peso con causas subyacentes diferentes a las de la población general- un equipo de investigadores estadounidenses decidió evaluar el impacto del ejercicio físico sobre la grasa abdominal en personas con infección por el VIH bien controlada.

El presente estudio fue, concretamente, un subestudio del estudio observacional conocido bajo el nombre de PROSPER-HIV, dirigido a evaluar el impacto de la actividad física y la dieta sobre la salud a largo plazo de las personas con el VIH.

Un total de 416 personas con el VIH en tratamiento antirretroviral fueron incluidas en el análisis. El 77% eran hombres, algo más de la mitad eran de etnia negra y la edad promedio era de 58 años. Todos tenían carga viral indetectable y el 78% de los participantes tomaba inhibidores de la integrasa. Al inicio del estudio, el índice de masa corporal promedio era de 28,1 Kg/m2, valor dentro del rango del sobrepeso. El 88% de los participantes tenía exceso de grasa abdominal, medido a través del perímetro de la cintura.

Los participantes llevaron un sensor de actividad física en su cintura durante entre 7 y 10 días. Además, se midieron sus perímetros de cadera y cintura.

Durante el periodo de estudio, los participantes realizaron un promedio de 4.905 pasos diarios, con un rango que se movió entre los 3.233 y los 7.140 pasos en función del participante. Estas personas permanecieron inactivas (sedentarias) durante 5,4 horas al día. El 55% alcanzó el objetivo fijado por las autoridades sanitarias de, al menos, 150 minutos de ejercicio moderado o 75 de ejercicio intenso por semana.

Tras ajustar los resultados en función de edad, sexo, situación laboral y uso de inhibidores de la integrasa, el número de pasos por día fue directamente proporcional al descenso de la grasa abdominal (p <0,001). El perímetro de la cintura se redujo en 1 centímetro por cada 1.000 pasos diarios adicionales al valor promedio (p <0,001) y aumentó en función de las horas diarias de inactividad (p <0,001).

Los resultados del presente estudio ponen de manifiesto que, a pesar de que los factores implicados en la acumulación de grasa en personas con el VIH puedan diferir de los observados en la población general, el ejercicio físico sería eficaz para reducir dicha acumulación tanto en la población general como en la seropositiva.

Fuente: gTtVIH

 

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