Si se adopta, podría ayudar a las naciones a superar las barreras legales que les impiden producir sus propias vacunas y tratamientos y poner al mundo en el mejor camino para derrotar a la pandemia. Es así que los miembros de la OMC acordaron recientemente iniciar negociaciones formales sobre cómo aumentar el acceso a las vacunas, pero tendrán que debatir propuestas que compiten entre sí: una con exención de patente y otra sin ella.
Más vacunas
Se estima que se necesitan 11 mil millones de dosis de vacunas para inmunizar al 70% de la población mundial. Producir tantas vacunas dependerá de la suspensión de patentes y la transferencia de tecnología a países que ya tienen capacidad de producción.
“Países de América Latina, como México, Argentina y Brasil, ya poseen la infraestructura necesaria para desarrollar vacunas. Cuentan con personal e instalaciones calificadas que requerirían adaptaciones mínimas para establecer los controles de calidad necesarios, a fin de poner en marcha la producción de la vacuna COVID-19. Sólo necesitamos que los líderes mundiales hagan lo correcto y renuncien a las patentes”, explicó la doctora Campos.
El “Prospecto Económico 2021 del Banco Mundial” informa que desde el comienzo de la pandemia más de 100 millones de personas se vieron empujadas a la pobreza extrema y se esperan 50 millones más para fines del 2021. Se han perdido 250 millones de puestos de trabajo. Los precios mundiales de los alimentos aumentaron un 20% entre enero de 2020 y enero de 2021, más del 60% de los hogares informa una reducción de sus ingresos totales.
Lejos de ser una preocupación, para las farmacéuticas el alargamiento de la pandemia parece ser “parte del negocio”, ya que de continuar se aseguraría la necesidad de producir refuerzos y versiones actualizadas de las vacunas, extendiendo su rentabilidad comercial, a costa de una pandemia que ha cobrado más de 3.8 millones de personas a nivel mundial, 1.2 millones, el 32% del total de los decesos, han ocurrido en América Latina y el Caribe.