Roberto López Linares, experto en derecho de propiedad intelectual de medicamentos y director ejecutivo de Acción Internaciobnal para la Salud – AIS , en diálogo con Conexión Vida, cuestiona cómo la protección a la exclusividad para producción de vacunas resulta ser una traba en el anhelo de una inmunización a nivel mundial contra el covid-19.
Entrevista por Renato Arana Conde – Conexión Vida
-¿Cómo evalúa el desarrollo de la campaña de vacunación?
El proceso está bien encaminado, respetando los rangos de edades, pero el problema es que no hay disponibilidad de vacunas en una cantidad que sume para acelerar este proceso y esto debe completarse no solo en nuestro país, sino en todo el mundo porque este virus sigue atacando a las personas que no están vacunadas y puede seguir mutando.
-Para paliar esta necesidad algunos países han propuesto la liberación de las patentes de las vacunas.
-Fue una propuesta de India y Sudáfrica, y que en el transcurso de los meses ha logrado el apoyo de 120 países de la Organización Mundial del Comercio, es una propuesta que no solo incluye vacunas sino todas las herramientas útiles a la lucha contra el covid-19. Ya se ha empezado a ajustar la propuesta para lograr consenso, la cual ha sido reforzada por la decisión de EEUU de apoyar la liberación de patentes para las vacunas.
-Por lo mismo que depende de un consenso, extraña que el presidente Sagasti no se haya pronunciado apoyando esta petición.
-No sabemos si lo ha hecho. Creo que hemos tenido declaraciones tibias del ministro de Salud y creo que hay un malentendido con la propuesta porque se piensa que podrá ser beneficioso para un país que solo tuviera capacidad de producir vacunas, pero este es un asunto global. La verdad es que es una propuesta para que se pueda producir donde haya capacidad en la región como Argentina Brasil y México. La idea es hacer una red e producción entre estos países y se pueda repartir las vacunas equitativamente en la región o aprovechar otras capacidades de producción en Asia, África, Europa del Este o la China.
-No debería ser una excusa la falta de capacidad local, entonces.
-Me parece que el Perú ha sido tímido en sus posiciones y tengo la sensación que sigue la línea que marcaba Estados Unidos en estos organismos multilaterales, creo que esa “timidez” no nos deja avanzar ni ser proactivos.
-Pasó en el caso del antirretroviral atazanavir.
-Lo que buscábamos con el atazanavir era una licencia obligatoria, o sea, quitarle la patente a este medicamento, de modo que podamos importarlo de otro lugar a más bajo precio. En este caso, hubo complicidad de varios sectores públicos que no querían apoyar esa propuesta, pese al sustento del Ministerio de Salud.
-Dejando a un lado la opción de tercerizar la producción a Mèxico, Argentina o Brasil, se evidencia la necesidad de una política farmacéutica que impulse el desarrollo tecnológico de nuestra industria farmacéutica.
-Claro. Tampoco debemos ingenuos y debemos ser, extremadamente, optimistas con esto. En caso seguir a la liberación de la patente, va a tomar bastante tiempo para que los países que tienen capacidad de producción pueden empezar por las vacunas. Eso significa –cómo bien dices– una transferencia de tecnología y también tiene que haber una transferencia de know-how. Debe haber una producción a escala con diferentes productores donde algunos hagan lo que son las fases finales de la producción, tal como se tenía planificado con la vacuna de Astrazeneca en Argentina y México. Esto no es de la noche a la mañana, sino que requiere procesos para llegar a elevar las capacidades de producción de los países del sur global, pero también explotar la capacidad de producción de los países del norte como Estados Unidos, Europa del Este, China o Rusia.
-De no acceder a la petición de liberación de las patentes, el Panel Independiente de Preparación y Respuesta a Pandemias plantea que se fije un plazo de noventa días para que se llegue a un acuerdo con los países donde se producen las vacunas y las compañías propietarias de las patentes.
-Creo que este un asunto de la Organización Mundial de Comercio y es ahí donde tiene que resolverse. Ningún país se va a ir por fuera de las normas que están aprobadas o que se necesiten aprobar por la Organización Mundial de comercio. Por lo tanto, creo que es importante darse cuenta que, a lo mejor, la Organización Mundial de Comercio es una camisa de fuerza que no nos deja avanzar, pero ese es el sistema que tenemos ahora.
-Claro, pero para eso se requiere de un consenso ante lo cual, Perú no ha marcado posición.
-Yo creo que ese es el momento en empezar a pensar en las alianzas que pueden haber entre los países del sur para empujar nuevos modelos de desarrollo de la investigación de medicamentos y otras tecnologías sanitaria. Esto debe ser independientemente de las capacidades que tienen las empresas productoras a nivel mundial. Se tiene que cambiar porque lo que está en juego y discusión es el modelo de investigación y desarrollo. Con este modelo de desarrollo de medicamentos y tecnologías médicas siempre vamos a tener ese problema. Eso no solo se refleja con covid-19, sino también con los medicamentos para VIH de nueva generación que son caros. ¿Por qué? Porque los que producen son los titulares de las patentes y no dejan que nadie más los fabriquen y, por lo tanto, quien quiera usarlos deben pagar los altos precios que ponen los monopolios.
-O esperar veinte años a que culmine su plazo de protección intelectual.
-Claro. Eso tiene que terminar y la manera de terminarlo es que los países del sur global –en colaboración con las grandes empresas que producen medicamentos– generen un nuevo modelo de investigación y desarrollo como lo han probado, en escala muy pequeña, algunas instituciones como médicos Sin Fronteras. Es posible.
-¿Cuán perjudiciales han sido los acuerdos de confidencialidad en los contratos entre el Estado y las farmacéuticas productoras de vacunas para covid-19?
-El asunto es que este es un negocio y las empresas que tienen la sartén por el mango. En este caso, las empresas que han creado hasta vacunas han querido sacar el mayor provecho de este producto, firmando contratos con diferentes países sin que nadie se entere cuáles eran las condiciones. De tal manera que yo no podía saber si era un precio alto a comparación de contratos con otros países. Esa confidencialidad no ayuda a tener un trato justo. Por ejemplo, en el contrato firmado con Pfizer se establece que la empresa proveedora de vacunas no tendrá penalidades si se retrasa la entrega de lotes, también se compromete el comprador a proteger los derechos de propiedad intelectual o los proveedores no se hacen de responsables de reacciones adversas. Las condiciones eran bastante abusivas pero países, como Argentina, se negaron a firmar un acuerdo de ese tipo. Entonces, creo que los contratos deben ser lo más transparentes posible.
-Eso se tradujo en suspicacia por parte de la población en todo el proceso de adquisición de vacunas a lo que se sumó el escándalo del “Vacunagate”.
-Es necesario decir que hubo un bache producido por el Congreso qué hizo que se pararan las negociaciones y se empezará de cero. En realidad yo creo que Sagasti ha hecho todo el esfuerzo para ir aumentando, progresivamente, la cantidad vacunas cerrando los contratos que tienen que concretar y exigiendo condiciones de calidad efectividad de la vacuna como debe hacerse. Creo que este bache que fue el Vacunagate, alrededor de este caso, afectó la negociación con Sinopharm de la cual se recibió, solamente, un millón cuando se pudo haber sido una mayor cantidad.
-¿Acaso solo cinco días de zozobra con Manuel Merino en la presidencia retraso todo el proceso de adquisición?
-No son solamente cinco días, sino después ponerse al día de todo lo que estaba ocurriendo porque uno tiene que cumplir las reglas y las normas para llegar a ciertos acuerdos, como en este caso, donde los contratos de vacunas son de muchos millones de dólares.
-Considera que Sagasti tuvo mejor desempeño que Vizcarra en este proceso.
-Creo que ha ido con pies muy firmes, tratando de asegurar la efectividad de la vacuna y alguna de las otras condiciones, además, negociando en un escenario global de escasez de vacunas. Por lo tanto, era muy risible que algunos candidatos a la presidencia, en la primera vuelta, dijeran que irían en avión a comprar las vacunas como si fuera carne en un supermercado de vacunas, donde llenas el carrito.
-Lo que refleja una ignorancia de cómo se maneja ese mercado.
– O, a propósito, una manera de tratar a la población como si fuéramos ignorantes.
-Y ahora en la segunda vuelta, los dos candidatos, Fujimori y Castillo, proponen vacunar a todos antes de fin de año, cuando apenas se ha vacunado al 2% de la población en tres meses.
-Hemos aumentado ese 2%, pero igual es importante vigilar el cierre los contratos y el número de vacunas que van llegando. Creo que debemos mantener el optimismo, que creamos que es posible avanzar mucho más en este primer semestre y todavía mucho más en el segundo semestre. Ver si se puede completar a final de 2021 la vacunación, por lo menos, a la población objetivo que sería el 70 o 75% del total. Eso no es nada fácil, pues es cerca de 24 millones de personas y todavía vamos con un porcentaje bastante bajo, como dices.
-Ocho meses tardaría vacunar a todo el mundo de liberarse las patentes, de acuerdo a especialistas.
-Es probable si es que se cumplen otros meses de preparación de transferencia tecnológica, del know-how entre diferentes fabricantes para saber qué etapas hacen cada uno. Es una cosa muy compleja, toma entre seis a ocho meses prepararlo para recién empezar a producir. Esa es la parte preparatoria y, en el camino, se pueden ir lanzando algunos lotes con productores que están casi listos para fabricar.
-¿Qué le diría a las autoridades de salud pública para garantizar el acceso a la vacuna?
-Insisto en que es importante que los países del sur se pongan a pensar en un nuevo modelo de la investigación y desarrollo de tecnología sanitaria. Un modelo que no esté ligado con grandes compañías farmacéuticas que buscan hacer de la propiedad intelectual un gran negocio, cómo se está haciendo ahora en la pandemia. Eso es posible y además hay propuestas abandonadas de las en la Organización Mundial de la Salud y Naciones Unidas que también han venido trabajando con esos modelos de investigación y desarrollo. De caso contrario, vamos a seguir con los mismos problemas. Además, ahora se trata de la vacuna del covid-19, pero cuál es la diferencia con el acceso medicamentos para tuberculosis –especialmente la multi drogo resistente–, hepatitis C, enfermedades raras o cáncer. Entonces, tenemos que, desde un enfoque de derechos, pensar en no podemos darle a la propia intelectual esta protección que impide el acceso cotidiano –no sólo en tiempo de pandemia– a los medicamentos que la población necesita.