Es la promesa electoral para lograr cobertura en inmunización para la pandemia, pese a todas las trabas que se presentan tanto a nivel local como internacional. Dos expertos en el tema analizan esta posibilidad.
Escribe: Renato Arana Conde – Conexión Vida
Lima, Perú.- En el Perú, apenas 478 mil personas –de las 24 millones que se espera inmunizar contra el Covid-19– han recibido ya la primera dosis de la vacuna. Las cantidades que se importan, de a pocos, de distintos laboratorios internacionales son insuficientes para mantener un ritmo parejo de inoculaciones en un país que atraviesa por una brutal segunda ola de la pandemia.
Ante este panorama, candidatos como Yonnhy Lescano proponen liberar las patentes de las vacunas de las grandes farmacéuticas para fabricarlas nosotros mismos. Esa es la carnada con la que pretenden captar electores ante la desesperación de miles por acceder a este recurso, ahora, vital. ¿Demagogia?
FABRICANTES NO CEDEN SUS PATENTES
Los aspirantes al sillón presidencial deben informar o informarse de que liberarnos de las patentes no solo basta con promesas electorales.
Desde octubre de 2020, Sudáfrica e India, vienen pidiendo a la Organización Mundial del Comercio (el organismo que rige los Acuerdos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio, APDIC) la suspensión temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas mientras dure la pandemia para, así, permitir su producción en los países en desarrollo (como el nuestro) y alcanzar la inmunización a escala planetaria.
¿Ha sido una petición bien recibida? Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Australia mostraron su desacuerdo con la petición y se defienden en la necesidad de las patentes para fomentar la investigación y el desarrollo de medicamentos.
“Esto ya lo planteo también, por la vía voluntaria, la Organización Mundial de la Salud, en mayo del 2020 y ninguna empresa o institución que desarrolla y produce una vacuna para la Covid-19 respondió positivamente”, agrega Roberto López, director de Acción Internacional para la Salud y experto en patentes de medicamentos.
IMPEDIDOS DE OTORGAR LICENCIAS OBLIGATORIAS
Ante esta respuesta negativa de los fabricantes de vacunas, los países demandantes pueden acudir a ciertas flexibilidades del APDIC: el otorgamiento de licencias obligatorias, por ejemplo. Sería una solución. Sin embargo, hasta para eso, nuestro país se halla atado de manos.
“La licencia obligatoria solo se otorga en cada país y sobre la base de una materia (medicamento, vacuna) patentada. Aquí, que yo sepa, no hay ninguna vacuna Covid-19 patentada. No hay «materia» para una licencia obligatoria”, adelanta Roberto López en comunicación con Conexión Vida.
Y así se dieran todas las condiciones para el otorgamiento, López sabe, por experiencia, que se encontrarían con piedras en el camino. Tal es el caso de atazanavir, fármaco que consumía el 50% de presupuesto asignado para antirretrovirales en el país. Cuando organizaciones de la sociedad civil propusieron suspender su patente por medio de una licencia obligatoria, se toparon con la desidia del Ejecutivo y la intromisión de la embajada de Estados Unidos.
Además los países industrializados han amenazado con sanciones políticas y de otro tipo a los países que han recurrido al uso de licencias obligatorias.
NO BASTA CON TENER LA FÓRMULA
De ser optimistas, el otorgamiento de licencias obligatorias tampoco sería una solución inmediata en nuestra patria.
“No es solo, como oí aun congresista, que dijo que va a pedir la fórmula de la vacuna. La fórmula no tiene nada que ver el procedimiento mismo de fabricación y menos con el conocimiento que es sumamente complejo”, aclara José Enrique Silva, presidente de la Asociación de Industrias Farmacéuticas Nacionales (ADIFAN), a Conexión Vida.
Indica que la fabricación de vacunas –aunque implica cierta complejidad– es mucho más fácil que la de otros medicamentos y que es una actividad que la realiza el Instituto Nacional de Salud desde hace tres décadas. “Aquí el límite (para la industria peruana) es la cantidad, las millonadas de inyectables que se tienen que trabajar y garantizar las buenas prácticas de manufactura. Aunque para hacer las cosas profesionalmente hay que tener claro el objetivo y dejar la política de lado”, opina Silva.
El tiempo desperdiciado por el Ejecutivo en 2020 para concretar la compra de vacunas trae como consecuencia que nos quedemos sin oferta en el extranjero este 2021, por lo que los países en desarrollo se verán involucrados en su fabricación.
“En América latina contamos con Argentina, México, Brasil (aquí el problema es el presidente Bolsonaro) y probablemente Chile para producir para otros países de la región”, detalla Roberto López y señala que, para ello, la propuesta de suspensión de derechos de propiedad intelectual ante la OMC deberá acompañarse de apoyo a estos países para mejorar y fortalecer su capacidad de manufactura y producir –no solo vacunas– otros insumos para esta pandemia… y, de paso, preparase para próximas pandemias
La suspensión de estas patentes se decidirá en próximas reuniones de la Organización Mundial del Comercio en abril y junio, aunque ya sabemos la posición de los países productores de las vacunas. Mientras tanto, toda propuesta electoral solo se queda en el marco de las promesas.