El Premio Nobel equipara en un artículo en El País al feminismo con otros «enemigos» históricos de la literatura, como la religión y «los sistemas totalitarios, el comunismo y el fascismo»
España.- «Ahora el más resuelto enemigo de la literatura, que pretende descontaminarla de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades, es el feminismo». Con esa sentencia critica Mario Vargas Llosa en su columna de este domingo en El País lo que califica de «ofensiva antiliteraria y anticultural». El escritor peruano hace esa afirmación sobre el feminismo tras enumerar otros «enemigos» históricos «decididos a liquidar» la literatura y prohibir libros, como la religión, «los sistemas totalitarios, el comunismo y el fascismo» y «las democracias por razones morales y legales»
En el artículo titulado Nuevas inquisiciones, el Premio Nobel defiende que esa «ofensiva» no la apoyan todas las feministas, pero sí «las más radicales» y también «amplios sectores paralizados por el temor de ser considerados reaccionarios, ultras y falócratas». Es por ese motivo por el que, según Vargas Llosa, «casi nadie» ha protestado contra el «decálogo feminista’ de sindicalistas que pide eliminar en las clases escolares a autores tan rabiosamente machistas como Pablo Neruda, Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte».
El escritor se refiere a lo que muchos medios han vendido como medidas reales de CCOO para conseguir una escuela pública con igualdad de género pero que en realidad es un artículo de opinión en su web. «Las razones que esgrimen son tan buenistas y arcangélicas como los manifiestos que firmaban contra Vargas Vila las señoras del novecientos pidiendo que prohibieran sus ‘libros pornográficos», dice el autor de La fiesta del Chivo sobre esas supuestas propuestas que pretenderían suprimir de los temarios a Jean- Jacques Rousseau y del recreo el fútbol.
Vargas Llosa enlaza además el establecimiento de esas normas con un análisis de Laura Freixas sobre la novela Lolita firmado también en El País «explicando que el protagonista era un pedófilo incestuoso violador de una niña que, para colmo, era hija de su esposa. (Olvidó decir que era, también, una de las mejores novelas del siglo veinte)». En verdad, en el artículo la escritora opinaba que la obra de Vladimir Nabokov debe ser «leída» y «utilizada para entender cómo el patriarcado manipula en su beneficio», pero sí sostenía que «en ningún caso la novela debe ser sacralizada».
El Nobel termina su columna asegurando respecto a «quienes creen que la literatura se puede ‘adecentar”, en este caso refiriéndose al feminismo, que «se equivocan garrafalmente». Como consecuencia tendríamos uno «de esos infiernos donde ‘el mal’ se manifiesta no en los libros sino en la vida misma, a través de persecuciones y barbaries políticas, religiosas y sociales».
Fuente: Eldiario.es