Los medicamentos antirretrovirales han cambiado el rostro del VIH en el mundo entero. En el Perú el tratamiento es gratuito, pero existen fallas en el sistema de provisión, que deben tomarse en serio.
Escribe: Marlon Castillo / Conexión Vida
Lima, Perú.- Mientras cocina un refrigerio para participantes del programa de soporte para las personas que viven con el VIH, en la organización Sí, da Vida; Michiel irradia alegría y felicidad. Al mismo tiempo responde a algunas de mis preguntas. Nadie podría imaginarse que parte de esa sonrisa que lleva en el rostro, se lo debe al tratamiento de dosis fija combinada (1 pastilla al dia) que toma hace 8 años toma, luego de haber sido diagnosticado con el VIH.
Le apasiona la cocina y ayudar a los demás. Vive en el distrito de Independencia, tiene 45 años, 9 de ellos viviendo con el VIH.
Michiel es parte de los casi 30 mil peruanas y peruanos adultos y menores, que gozan del derecho al Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad (TAR), que ofrece el Ministerio de Salud a todas las personas que viven con el virus de Inmunodeficiencia Humano.
Sin embargo, antes del 2004, miles de personas en el país, fallecieron por falta de medicación. Felizmente Michiel conoció su diagnóstico, cuando el Sida dejó de ser sinónimo de muerte en el Perú.
«Uno debe de tomar los medicamentos, con alegría y fe, sabiendo que muchos de nosotros tuvieron que morir, porque no lograron tener acceso a este tipo de drogas», manifiesta con algo más de seriedad Michiel, que nos comparte que el TAR responde favorablemente en su organismo.
«Recuerdo que cuando me dieron mi diagnóstico, fue como un baldazo de agua fría y empecé a llorar. Tuve una fuerte depresión que me duró más de un mes, pero tuve a personas muy valiosas que me apoyaron», narra Michiel.
Tras hacerse más de 3 pruebas adicionales de VIH, al pensar que una de ellas le podría salir negativo, debió aceptar que vivía con la condición crónica de salud y ese virus que se alojó en su cuerpo sin pedirle permiso, iba a ser su inquilino para toda su vida.
«Poco a poco he aprendido a vivir con el VIH y eso se lo debo a mi familia que me apoyó desde el primer momento. Decidí contárselo a mi mamá y luego a mis hermanos y todos me ayudaron. Tuve la suerte de no haber sido discriminado como en otros casos», detalla para Conexión Vida Michiel.
Indetectable
El sistema inmunológico es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones, cuando es atacado por el Virus de Inmuno Deficiencia Humana (VIH) cae estrepitosamente, hasta el punto de dejar vulnerable al ataque de cualquier bacteria común a una persona con el VIH.
En ese sentido, los tratamientos antirretrovirales, controlan la progresión del virus en el cuerpo y mejoran el nivel de defensas del organismo.
«Cuando inicié mi tratamiento, tenía 283 de CD4 (Prueba de laboratorio que mide el sistema de defensas a través de los linfocitos T) y ahora soy tan saludable como cualquier otra persona, incluso mis defensas ahora muestran un valor de 846 de CD4 y mi carga viral (cantidad de virus del VIH en la sangre), se encuentra indetectable, es decir muy poco virus», refiere el joven activista, quién es instructor de la organización Sí, da Vida.
Adeherencia al tratamiento
Para Michiel, la clave del éxito de un tratamiento eficaz, es la adherencia al tratamiento, que significa seguir con rigurosidad la toma en cantidad y tiempo el medicamento prescrito por el médico infectólogo.
«Mi familia me ayudó mucho durante los primeros meses para tomar las pastillas. Nunca me imaginé que mi vida dependería por las medicinas, pero siempre tomo las pastillas y es un hábito que no puedo dejar, porque es la única forma de seguir con vida», cuenta.
Añade que el mismo debe ponerse como meta superar cualquier efecto adverso a la medicación y pensar positivamente para que los antirretrovirales funcionen correctamente en su cuerpo.
Desabastecimiento de medicamentos
Sin embargo Michiel, como muchos también ha sufrido el problema de desabastecimiento de medicamentos, por problemas en la gestión de programación, compras, distribución o políticas internas en los hospitales que limitan la provisión oportuna de los fármacos.
«He tenido que recurrir a otras ONG para que me den ayuda cuando en el hospital Rebagliati no me daban mis medicamentos, tuve que cambiar el lugar para recibir porque habían muchos desabastecimientos», subraya.
Es ta situación se dibuja, en el informe que el Grupo Impulsor de Abastecimiento de Antirretrovirales (Givar) presentó sobre desabastecimiento e interrupción en la entrega de medicamentos para las personas que viven con el VIH en el 2021, tras la crisis del Covid-19.
«Mi recomendación a todas las personas que viven con el VIH, es que se acepten así mismos, que podemos seguir adelante y triunfar en la vida, que existen medicamentos y que debemos tomarlos y no abandonar el medicamento. Hay que sonreir a la vida», concluye la entrevista Michiel.
Las metas —denominadas “95-95-95” plantean tener el 95% de personas con VIH que conozcan su diagnóstico, el 95% de las personas en tratamiento antirretroviral y el 95% de personas en tratamiento con carga viral indetectable, para disminuir la transmisión y mantenerlas sanas.