Resume su vida como “el don de servir y dar amor”. La historia de la chilena que conquistó el corazón de las personas con VIH en el Perú.

Escribe: Marlon Castillo Castro – Conexión Vida 

Lima, Perú.- Lidia Rojas de Castro o “Mamá Lila”, es una de las primeras consejeras especializadas en temas de VIH, tiene 98 años de vida. Considerada como “la mamá de las personas con VIH”, dedicó más de 30 años de su vida a la protección de los derechos de las personas afectadas con esta condición de salud y brindó autoayuda, como la única medicina para controlar la muerte de cientos de personas que llegaban a la ONG PROSA.

Natural de Chile, llegó a Perú en 1956 por el trabajo de su esposo, que falleció en el 2008. Junto a su hija, la psicoterapeuta Lila Castro, fundaron en 1991 la institución PROSA, primera organización de personas con VIH creada en el Perú.

Personas recién diagnosticados pasaban por su consultorio y salían aliviados con su escucha y consejos. Algunos fallecieron por no tener medicamentos, otros lograron cometer sus arrebatos, producto que en aquel tiempo – entre el 1983  y 2004 – tener VIH era casi una sentencia de muerte y muchos más se aferraron a la vida y lograron sobrevivir a la pandemia hasta la llegada de los medicamentos que, disminuyó en un 46% las muertes por sida en el Perú, con un repunte durante la pandemia por Covid-19. 

Mamá Lila fue partícipe de los hitos en la historia de la respuesta al VIH, como por ejemplo una ley para favorecer la confidencialidad del diagnóstico y la no discriminación (Ley 26626 en 1996) o la entrega de medicamentos en el Ministerio de Salud (Ley 28243 en el 2004).

Rojas recuerda aquella vez que salvó de un posible crimen de odio a una chica trans que estaba siendo perseguida por un sujeto con cuchillo escondido y le confió su diagnóstico de VIH, lo que la animó a interesarse en el tema y la problemática de las mujeres trans a mediados de los 80.

“Venía una chica corriendo y se metió a mi consultorio en la avenida Arenales en Lince. Detrás venía un hombre que siempre la golpeaba. Aquí nadie pasa, le dije. Este es un consultorio, así es que tuvo que irse. Ella era una  travesti y me contó su situación, de la prostitución, las agresiones y las violaciones que había sufrido desde pequeña”, narra Mamá Lila. 

Recibiendo el reconocimiento del Ministerio de Salud
Recibiendo el reconocimiento del Ministerio de Salud

En el año 2012, su trabajo fue reconocido por el MINSA, durante una ceremonia especial previo al Día Mundial de Respuesta al Sida (1 de diciembre), en la sede de las Naciones Unidas en Lima. También ha recibido otros premios y reconocimientos en Chile, por su dedicación y entrega hacia las personas que viven con el VIH.

Ahora, que se encuentra alejada de su consultorio, donde dos veces por semana brindaba una esperanza de vida a decenas de personas, sin embargo, a sus más cercanos hijos, le sigue dando consejos y hasta les dice sus verdades sin anestesia, para causar cambios en ellos.

Mamá Lila dejó los consultorios en 2006, luego de más de 3 décadas de labor, pero su legado ha calado en lo corazones de todas las personas que pudo, de alguna manera, ayudar. Siempre respetando la dignidad de las personas, sin importar credo, orientación sexual o condición de salud.

Por ahora dedica parte de su tiempo a tejer ropones y colchas, que luego son donadas a albergues e iglesias donde existen niños de extrema pobreza. Ya sea con su palabra o con sus tejidos, sigue abrigando a quién lo necesita.

Mamá Lila, siempre refiere de aquella mística que la llevó a ser la mamá de las personas que viven con el VIH: “El don de servir y dar amor”.

De carácter fuerte, pero a la vez amorosa, me permito hablar de Mamá Lila, porque me fascina su trabajo y el amor hacia los demás que entrega sin interés.

Mamá Lila dando una charla informativa
Mamá Lila dando una charla informativa

Llegar a su casa y charlar tomando un café, resulta una gran experiencia. Mamá Lila, tiene infinidad de anécdotas, historias tristes, alegres y hasta asombrosas que desea plasmar en un libro, como parte de sus memorias. “Vamos a escribir el libro, mi chiquitito” me dice cada vez que miramos los álbumes de foto que guarda como un gran tesoro en su casa.

Creo que aún no es tiempo para escribir ese libro, cuando todos los que tenemos el privilegio de compartir junto a Mamá Lila, seguimos aportando a su propia historia de vida y ella a la nuestra. Aún tenemos varios años para seguir llenando esas páginas de vida con sus valiosos consejos en nuestro corazón.

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