Según datos provistos por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, malgastaron mayores cantidades que las perdidas por los estados y las agencias federales juntas.
Internacionales.- CVS y Walgreens, dos de las principales cadenas de farmacias de Estados Unidos y a las que el gobierno les había encomendado vacunas contra el Covid-19 para su distribución, desperdiciaron miles de dosis.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) registraron 182.874 dosis desperdiciadas a fines de marzo, tres meses después del esfuerzo de la Casa Blanca y las autoridades sanitarias por inocular a la población.
Del total de dosis malgastadas, CVS fue responsable de casi la mitad y Walgreens del 21%. Entre ambas empresas, suman casi 128.500 dosis. Por ende, han tirado a la basura más inyecciones que las perdidas por los estados y las agencias federales juntas.
Las vacunas de Pfizer, que en diciembre fueron las primeras en ser implementadas e inicialmente requirieron almacenamiento a temperaturas ultra frías, representaron casi el 60% de las dosis que no pudieron utilizarse propiamente.
Algunas versiones indican que se trató de una mala planificación al principio del lanzamiento, cuando el gobierno de Donald Trump mostró su apoyo en gran medida a dichas farmacias para vacunar a residentes y al personal de los centros de atención.
CVS precisó «casi todo» el desperdicio de vacunas reportado ocurrió durante ese esfuerzo. Por su parte, Walgreens no especificó cuántas dosis se desperdiciaron durante el programa de atención a largo plazo.
Los CDC tienen en la actualidad una visión limitada de cuántas vacunas realmente no pudieron aplicarse, en dónde y quién las termina perdiendo, lo que podría complicar los esfuerzos para dirigir las dosis donde se necesitan.
Debido a que el gobierno federal está pagando la factura, cualquier desperdicio equivale a «básicamente tirar el dinero de los contribuyentes», dijo el Dr. Bruce Y. Lee, profesor de política y gestión de la salud en la Universidad de Nueva York.
Hasta el 30 de marzo, Estados Unidos había distribuido alrededor de 189,5 millones de dosis y administrado 147,6 millones, incluidos 7,7 millones en centros de atención, según datos del los mismos Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.