Los investigadores recomiendan la realización de una biopsia para evaluar el estado del hígado en esta población
Un estudio ha revelado que casi la mitad de las personas con el VIH con elevaciones inexplicables de las enzimas hepáticas u otros marcadores hepáticos anómalos tenían esteatohepatitis no alcohólica (NASH, en sus siglas en inglés) y 39 de 116 tenían fibrosis en estadio F3 o F4. El daño hepático avanzado en los participantes del estudio se asoció en gran medida con la diabetes tipo 2. Los hallazgos de este estudio se han publicado en la revista Clinical Infectious Diseases.
La enfermedad del hígado graso (también conocida como esteatosis hepática no alcohólica [NAFLD, en sus siglas en inglés]) se produce cuando se acumula grasa en el hígado. Una mayor acumulación de grasa puede conducir a la NASH, en la que las células del hígado se hinchan e inflaman. Si no se trata, la NASH provoca la cicatrización del tejido hepático (fibrosis) y eventualmente cirrosis, en la que las funciones hepáticas normales se deterioran.
Aunque se ha constatado una alta prevalencia de enfermedad del hígado graso no alcohólico en personas con el VIH, no está clara la proporción de estos casos que ya tienen NASH o fibrosis avanzada. El único modo de que se puedan diagnosticar de forma definitiva estas afecciones es a través de biopsias del hígado.
Para comprender mejor la frecuencia de NASH en personas con el VIH, un grupo de investigadores procedentes de hospitales de cuatro países (Reino Unido, Italia, Canadá y EE UU) llevaron a cabo un estudio retrospectivo internacional, multicéntrico y transversal de muestras de biopsias de 166 personas con el VIH que habían sido derivadas para el análisis de unos aumentos inexplicables de las enzimas hepáticas u otras anomalías en los marcadores de laboratorio de enfermedad hepática entre 2001 y 2019.
En el estudio se excluyó a las personas con hepatitis B o C, con cualquier cáncer activo, a los hombres con un consumo de alcohol por encima de 21 unidades a la semana o las mujeres con un consumo mayor de 14 unidades, o cualquier otra causa de enfermedad hepática crónica.
Los participantes tenían una edad media de 48 años, el 93% eran varones, el 72% eran de raza blanca y la duración media de su tratamiento antirretroviral frente al VIH era de nueve años. La mediana del recuento de células CD4 era de 638 células/mm3. Ninguno de los participantes había tomado análogos de nucleósido antiguos, que se han asociado con la esteatosis (estavudina, didanosina). El índice de masa corporal (IMC) medio era de 29 kg/m2 (sobrepeso grado II, preobesidad), el 53% tenían hipertensión arterial y el 25% diabetes.
Las biopsias evidenciaron que 63 de los 116 participantes tenían NAFLD (54%) y 57 (49% de toda la cohorte) tenían NASH. Treinta y seis personas (31%) tenían fibrosis en estadio F3 y tres (2%) fibrosis en estadio F4 (cirrosis).
Tras examinar los factores metabólicos asociados con la NAFLD o los factores relacionados con el VIH, el análisis multivariable reveló que el único factor asociado con la NAFLD era un mayor IMC (cociente de probabilidades ajustado [CPa]: 1,20 en ambos modelos; p = 0,001), que la fibrosis avanzada (estadio F3 o superior) fue el único factor asociado con la diabetes de tipo 2 (CPa: 3,42; IC del 95% [IC95%]: 1,00-11,71) y que ambas asociaciones tenían una significación estadística exigua (p= 0,05).
Utilizando los resultados de la biopsia como estándar de oro, los investigadores también evaluaron si los marcadores de laboratorio podían identificar con precisión a los pacientes con fibrosis en un estadio avanzado. Ni la prueba FIB-4 ni la prueba diagnóstica para NAFLD funcionaron bien para identificar la fibrosis avanzada, pero tuvieron una buena sensibilidad (del 93%) para descartar los casos en los que el área proporcional de colágeno (CPA, en sus siglas en inglés) estuvo por encima del 7,6%. El CPA mide el porcentaje de tejido hepático que es fibrótico y se ha demostrado que un nivel superior al 7,6% puede predecir resultados adversos de la enfermedad hepática a largo plazo.
El escaso valor pronóstico de los marcadores no invasivos de la fibrosis hepática en las personas con el VIH hace que los investigadores recomienden la posibilidad de realizar una biopsia hepática como instrumento de detección en las personas con el VIH que son obesas, especialmente las que tienen diabetes de tipo 2.
Sin embargo, los investigadores también observaron que el 41% de las personas derivadas para hacerse una biopsia no tenían NAFLD. Sus elevaciones de enzimas hepáticas continuaron siendo inexplicables, pero 15 de estos 53 pacientes tenían fibrosis avanzada (estadio F3 o superior). El único factor asociado con fibrosis avanzada en los pacientes sin NAFLD fue el tiempo transcurrido desde el diagnóstico de VIH (21 años frente a 11,5 años; p= 0,005), a pesar de que la edad era similar entre los dos grupos.