Peter Hujar y David Wojnarowicz, dos fotógrafos que retrataron las luces y sombras del Nueva York de los ochenta

Escribe: Rodrigo Siancas / Conexión Vida

Madrid, España.- Cuando Peter Hujar (1934-1987) y David Wojnarowicz (1954-1992) fallecieron con pocos años de diferencia, sus nombres iniciaron una larga travesía hacia un silencio, deliberado o involuntario, que duraría décadas. “Hasta 1995 se siguió hablando de ellos, pero después se convirtieron en nombres incómodos. A finales de los noventa hubo una época de bonanza económica en que se creía que los conflictos de antaño habían sido superados. No había necesidad de reivindicar nada, y sus obras cayeron en el olvido“, explica María Millán, comisaria de una muestra conjunta que recupera la obra de estos dos mitos del Nueva York contestatario en la sala de exposiciones de la Fundación Loewe (Gran Vía, 8. Madrid).

La muestra, que forma parte de la programación del festival Photoespaña, resarce esta deuda histórica con una selección de 60 obras originales (40 de Hujar y 24 de Wojnarowicz) que ofrecen una primera aproximación para el público madrileño a un episodio fundamental de la fotografía contemporánea. Asegura la comisaria que la idea inicial surgió del director creativo de la firma madrileña, Jonathan Anderson, que sugirió dedicar la muestra a Hujar. “Yo le dije que no podíamos traer su obra sin exponer también la de David Wojnarowicz”, apunta Millán. “Los dos, aparte de tener una breve relación sentimental, estaban unidos por la marginalidad en que vivieron, y también por su actitud ante la vida y ante el trabajo”.

La obra de estos dos pioneros permite abrir una ventana a un mundo en ocasiones mitificado: el Nueva York de las protestas posteriores a Stonewall, de la lucha por los derechos de las minorías, el nacimiento de la identidad sexual contemporánea y la losa del SIDA, que se cobró numerosas víctimas en los círculos intelectuales y artísticos neoyorquinos. En ese sentido, Hujar es un cronista de los círculos alternativos que convivían en el East Village y que experimentaban con la performance y el arte conceptual en pabellones portuarios abandonados. También de sus habitantes: la filósofa Susan Sontag, los escritores William Burroughs y Allen Ginsberg, el coreógrafo Merce Cunningham y el compositor John Cage, la superstar warholiana Candy Darling, el propio Andy Warhol o Diana Vreeland, por entonces directora del Costume Institute del museo Met.

David Wojnarowicz retratado por Peter Hujar en 1981.

Sin embargo, la exposición es más que un quién es quién impecablemente ejecutado. Los rostros de estas celebridades conviven con el interior de una iglesia abandonada, una pareja en un baile elegante, animales retratados desde un punto de vista emotivo y melancólico, escenas de la cultura underground y también desnudos masculinos –en ocasiones, autorretratos– que revelan el potencial político y subversivo de un fotógrafo que nunca llegó a ocupar una posición destacada en el mundo del galerismo debido a su proverbial timidez y a su rechazo de los oropeles del arte. Eso no le impidió, en cualquier caso, tener una destreza técnica admirable, creando imágenes cuidadas y llenas de matices líricos.

En el caso de Wojnarowicz, veinte años menor que Hujar y completamente autodidacta, la precisión no importa tanto como el encuadre y, sobre todo, la distancia. “En su momento los puristas lo despreciaban porque son fotos con pocos matices técnicos, pero hoy resultan muy reveladoras”, explica María Millán. “Su forma de fotografiar su entorno más inmediato recuerda a Nan Goldin, que estaba mucho mejor relacionada con los círculos del arte, las galerías y las instituciones. Por eso fue ella quien ha pasado a la posteridad. Pero David Wojnarowicz lo hizo antes”.

La figura de este artista multidisciplinar y escurridizo, que llegó al East Village en su adolescencia tras una infancia difícil en una familia desestructurada, es un secreto a gritos para los amantes de la fotografía. Fue pintor, dibujante, escritor y fotógrafo. También un activista capaz de reivindicar a iconos del malditismo como Arthur Rimbaud y Jean Genet. Ambos, a su manera, están presentes en esta exposición. El primero, mediante la máscara con la que Wojnarowicz se autorretrató en escenarios cotidianos. El segundo, en dos serigrafías que revelan el potencial político de la obra de este artista fallecido a los 37 años sin haber dejado de considerarse un outsider ni por un momento.

Su obra más célebre es todo un manifiesto: una serigrafía que juega con el lenguaje de la propaganda política para alertar sobre la incomprensión a la que se enfrentan los niños cuya sexualidad no encaja con los modelos mayoritarios. Ubicada como colofón del recorrido que ofrece la exposición, es una alerta contra la glamourización excesiva de una época, el Nueva York contracultural de los ochenta, que fue más bien un terreno de conflicto y de lucha sembrado de víctimas y héroes. Hujar y Wojnarowicz fueron ambas cosas a la vez, y por eso su legado fotográfico, excelentemente recuperado en esta exposición, es una demostración clara de que la historia de la fotografía contemporánea aún tiene muchas asignaturas pendientes.

La exposición Peter Hujar & David Wojnarowicz, organizada por Fundación Loewe en el marco de Photoespaña, puede visitarse en Loewe (Gran Vía, 8. Madrid) hasta el 26 de agosto de 2018. Una edición limitada de camisetas con fines benéficos ha salido a la venta coincidiendo con la muestra.

Fuente: El País

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