Buenos Aires, Argentina .- Según un estudio de la Fundación Helios y el programa Mujeres en Acción Positiva, el 80 por ciento de las mujeres que contrae el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), lo hace a través de su pareja estable. El dato surge a partir de la campaña “Ponete primera en tu agenda”, creada con el objetivo de concientizar a las mujeres con VIH sobre la importancia de entender como prioridad el correcto tratamiento de su enfermedad. Sucede que para la mayoría de las mujeres, los hijos, la familia y la casa son prioridad, y dejan su salud en un segundo plano.
El hincapié radica en la baja adherencia al tratamiento, que en las mujeres se relaciona con muchos factores: “Intolerancia a la medicación, eventos adversos, alteración de la grasa del cuerpo, depresión, develar que tiene VIH o decidir en qué momento y cómo se lo dice al hombre. Por otro lado, para la mujer su casa está primero: sus hijos, su marido y su trabajo. La salud, en general, suele dejarla para un segundo lugar”, explicó la doctora Isabel Cassetti (MN 55.583), médica infectóloga, directora médica de Helios Salud y miembro del Comité Asesor del Programa Nacional de Sida del Ministerio de Salud.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, un 31 por ciento de los hombres y un 23 por ciento de las mujeres que acceden al diagnóstico, lo hacen en estados avanzados de la infección. “En comparación con los hombres, las mujeres consultan antes y llegan con anticipación al diagnóstico. Sin embargo, les cuesta más cumplir con el tratamiento, con los cuidados, o asistir a las consultas. La adherencia al tratamiento de las mujeres no va más allá de un 65 por ciento, un número bajo si se tiene en cuenta que la adherencia ideal debería ser mayor al 95 por ciento”, dijo Cassetti.
Por su parte, la doctora Romina Mauas (MN 100.075), coordinadora del área médica en Helios Salud, indicó que “ponerse primeras en su agenda, priorizar el cuidado de su salud y tener una correcta adherencia al tratamiento no sólo ayuda a mejorar la calidad de vida de la paciente sino que es también un método muy efectivo de prevención de contagio”. Agregó, “cuando una persona VIH-positiva sigue un régimen terapéutico eficaz, el riesgo de que transmita el virus a una pareja sexual no infectada se puede reducir en un 96 por ciento”.
Vulnerabilidad a la infección
En el hombre, a diferencia de las mujeres, la infección se da por relaciones sexuales ocasionales. El sexo vaginal no protegido implica un riesgo de transmisión mucho mayor en la mujer. En el sexo anal, la asociación está dada con un riesgo aún mayor: a la mujer le cuesta mucho negociar con el hombre el uso del preservativo y tiene que depender de su voluntad para usarlo.
En el sexo anal, las mujeres deben lidiar con la voluntad de algunos hombres de hacerlo sin preservativo.
Muchas enfermedades de transmisión sexual aumentan el riesgo de adquirir VIH y suelen ser asintomáticas: la pared de la vagina es delgada y el PH del canal vaginal hace que la mujer sea más susceptible. Además, si presenta alguna enfermedad de transmisión sexual, es más fácil que contraiga el VIH, publicó Infobae.
Números
Datos mundiales indican que alrededor de 1.000 mujeres jóvenes por día resultan infectadas por el virus en todo el mundo, y que existen diferencias regionales significativas en la proporción de mujeres que viven con el VIH en comparación con los hombres.
En América Latina, el 30 por ciento de las personas adultas que viven con el HIV son mujeres. En la Argentina las cifras son similares: los datos epidemiológicos indican que viven alrededor de 110.000 personas con HD, un tercio de las cuales son mujeres. La tasa más elevada de casos entre las mujeres se da en el grupo de 25 a 34 años, seguidas por las de 35 a 44. Esto se debe a que el test de VIH es obligatorio para las embarazadas, por lo que más mujeres acceden a su diagnóstico en la edad fértil.
“Nuestro desafío es seguir investigando y buscando datos más específicos sobre el impacto del VIH en las mujeres, particularmente en lo que refiere a problemas clínicos, emocionales y psico-sociales. Es importante concientizar sobre las necesidades únicas que tienen las mujeres que conviven con la infección y fomentar los debates en torno a la consideración de cuidado a largo plazo, adherencia al tratamiento y controles periódicos”, señaló Cassetti.