Argentina.- Ya no es un misterio cómo controlar la epidemia de VIH-sida: hay que expandir el tratamiento y disminuir la carga viral comunitaria. Para facilitar el camino hacia esa meta, la Fundación Huésped (www.huesped.org.ar), en conjunto con Laboratorios Richmond, lanzó un innovador proyecto para estudiar la eficacia y seguridad de una combinación de dos fármacos (en lugar de los tres que se administran normalmente) y la posibilidad de desarrollar un comprimido único, que se tomaría una vez por día. El esquema reduciría costos y mejoraría la adherencia al tratamiento.
«En VIH-sida, la falta de adherencia es el principal talón de Aquiles del tratamiento -subraya el doctor Pedro Cahn, presidente de Huésped y referente nacional e internacional en el tema-. Si el estudio saliera bien, el laboratorio podría desarrollar la primera formulación para que el tratamiento se haga con una pastilla que combine sólo inhibidores de las proteasas.»
El proyecto Andes -tal su nombre- retoma la experiencia reunida por Huésped en el estudio multicéntrico internacional Gardel, que probó que una terapia doble no es inferior en términos de efectividad en comparación con la triple. «Aquel trabajo lo hicimos con una droga determinada que tiene sus complejidades -explica Cahn-. Ahora nos planteamos demostrar que lo mismo que observamos en el Gardel se puede lograr con una asociación de darunavir/ritonavir y lamivudina.» El 50% de los costos serán financiados por el Ministerio de Ciencia y Tecnología a través de fondos destinados a asociaciones público-privadas que terminen en una adquisición tecnológica, y el 50%, por Richmond. También participa la Dirección de Sida y ETS del Ministerio de Salud de la Nación.
Richmond ya cuenta con una formulación que asocia darunavir con ritonavir (este último es un «realce» farmacológico que le permite alcanzar las concentraciones necesarias al primero). Si todo sale como se espera, tendría que trabajar para unirlos con la lamivudina.
Aunque parezca sencillo, es todo un desafío. «Tenemos 1,2 gramos de sustancia activa -detalla Elvira Zini, directora médica de Laboratorios Richmond-; hoy, el problema más serio que veo es el tamaño de la pastilla. Por otro lado, no puede haber incompatibilidades químicas. Todo eso hay que estudiarlo. Para nosotros, es como si hiciéramos un producto nuevo.»
En pocas semanas comenzará el reclutamiento de los 360 pacientes necesarios para probar la hipótesis. La mitad recibirá el esquema de dos drogas, y la otra mitad, esas dos más tenofovir. Tienen que ser personas VIH positivas, mayores de 18 años, vírgenes de tratamiento antirretroviral.
«La primera meta se controla a la semana 24 al verificar la proporción de pacientes que alcanzan una carga viral menor de 400 copias del virus [en un mililitro de sangre] -explica Cahn-. La meta principal será a la semana 48, según la proporción de pacientes que alcancen una carga viral menor de 50 copias; es decir que tengan su replicación viral controlada.»
Y enseguida concluye: «Tener una sola pastilla o un solo envase o un solo frasco es fundamental. Porque si falta, falta todo, que es malo, pero mucho peor es que se haga un tratamiento incompleto, porque genera resistencia». En el país se calcula que hay alrededor de 126.000 personas que viven con VIH, pero sólo 70.000 en tratamiento. Esta innovación no sólo facilitaría el acceso, sino que abriría una interesante posibilidad de exportación.
Fuente: Diario La Nación.